El I Ching…

..Jung y la Sincronicidad

La vida es un magma en permanente Cambio que va cambiando constantemente en una especie de «orden implicado» que determina patrones que podemos conocer y anticiparnos a los mismos o adaptar nuestro proceso de toma de decisiones a la dinámica dominante a fin de obtener un resultado óptimo.

El I Ching no es un libro para ver el destino, bien al contrario, es la persona que se acerca a él que va desentrañando desde el fondo de sí misma las respuestas que busca.

El I Ching siempre ofrece una posibilidad de acción entre muchas otras, pero siempre indica aquella que es la más acertada para optimizar esfuerzo y recursos empleados para obtener los mejores resultados de nuestras decisiones.

En este punto queremos remitirnos a la aportación de Carl Gustav Jung sobre el I Ching en el Prólogo a la traducción del Libro de las Mutaciones realizada por Richard Wilhelm.

Jung fue el primer científico occidental que conoció y estudió a fondo el I Ching, inspirándole a conocer el universo consciente y subconsciente del ser humano y su capacidad de transformación de la psique, que denominó «el proceso de individuación» y la transferencia de liderazgo de factores conscientes y subconscientes, entre el movimiento pendular del Yin y el Yang y al intercambio de los pares de opuestos.

Como señala Jung, no es en modo alguno fácil hallar la vía correcta de acceso al I Ching porque ello supone dejar de lado ciertos prejuicios de la mente occidental, de sus formas y modos de pensar, específicamente el modo en que hemos desarrollado lo que nosotros llamamos ciencia y que se basa en el principio de causalidad a la que la ciencia convencional considera como una verdad axiomática.

La obra de Jung dirige al hombre hacia la experiencia de lo colectivo que hay en cada individuo, de tal manera que se hace posible que cada ser humano sea capaz de descubrir un significado transpersonal.

No obstante, como nos decía Jung, el axioma de la causalidad se está conmoviendo hasta sus cimientos de la mano del desarrollo y de los avances de la Física Teórica.

Así sabemos que, lo que llamamos leyes naturales son verdades meramente estadísticas que deben, necesariamente, dejar margen para la excepción y el surgimiento de un nuevo Paradigma, en virtud del cual observaremos que cada fenómeno se ve interferido en forma parcial o total por el azar, hasta el punto que, en circunstancias naturales, una secuencia de hechos que se ajuste de manera absoluta a leyes específicas constituye casi una excepción.

La lógica interna del I Ching, parece preocuparse exclusivamente por el aspecto casual de los acontecimientos más que por el principio de la causalidad y por eso el Libro de las Mutaciones, en la observación y penetración en la  abigarrada trama de leyes naturales que constituyen la realidad empírica posee para una mayor significación que la pura explicación de procesos en cadena concurrentes y causales.

La cuestión clave que subyace en el I Ching es poner en énfasis en la configuración formada por los hechos casuales en el momento de la observación y de ningún modo las razones hipotéticas que aparentemente justifiquen la coincidencia.

En pocas palabras:

  • Es el «saber «cómo» frente al «saber que».
  • Es el «¿para que? más que el «por qué?.

En tanto que, cuidadosamente, la mente occidental tamiza, pesa, selecciona, clasifica y separa, la visión que nos presenta el I Ching lo abarca todo, hasta el más minúsculo y absurdo detalle, porque todos los ingredientes componen el momento observado y que el hexagrama obtenido en un momento determinado coincidía con éste en su índole cualitativa, no menos que en la temporal.

Esta forma de observar la realidad es la que Jung denominó como Sincronicidad, un concepto que configura un punto de vista diametralmente opuesta a la de Causalidad.

La Sincronicidad considera que la coincidencia de los hechos en el espacio y en el tiempo significa algo más que el mero azar, vale decir, una peculiar interdependencia de hechos objetivos, tanto entre sí, como entre ellos y los estados subjetivos (psíquicos) del observador o los observadores.

La visión del I Ching contempla el cosmos de un modo comparable al del físico cuántico o la del filósofo hermético. El hecho microfísico incluye al observador exactamente como la realidad subyacente del I Ching comprende las condiciones subjetivas de la totalidad de la situación del momento.

Así pues, del mismo modo que la causalidad describe la secuencia de los hechos, para la mentalidad que subyace en la Matriz del Libro de las Mutaciones, la Sincronicidad trata de la coincidencia de los hechos.

Según el pensamiento del I Ching, el espacio y el tiempo se conciben como un todo, de tal modo que es posible establecer una vía de conexión entre lo que está arriba y lo que está abajo, entre el pasado, el presente y el futuro y entre los distintos multi universos posibles o alternativos.

Siguiendo esta línea, una vez que conozcamos los patrones ocultos que rigen el modelo, podremos llegar  a comprender con enorme precisión los patrones  que están por venir y así, estar mejor preparados para gestionar los acontecimientos.

Ahora bien: ¿Este futuro es predeterminado o susceptible de mutación?.

Pues bien, si como nos dice el I Ching, la esencia del Universo es el Cambio, el patrón que marca el destino puede ser modificado puesto que siempre estamos hablando de múltiples posibilidades alternativos que conducen a conclusiones distintas según el camino que tomemos.

Hasta que no te hagas consciente de lo que llevas en tu inconsciente, éste último dirigirá tu vida y tú le llamarás destino.

Carl Gustav Jung

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